domingo, 29 de julio de 2012

Una voz que no fue oída, en silencio sigue reclamando...


En el camino a mi trabajo, el autobus pasa cerca de un parque y luego entra en una calle con muchas tiendas a ambos lados. A lo largo de esa calle no hay un solo espacio verde y las personas que viven al otro extremo, deben caminar toda la calle para llegar al parque por donde pasa el autobus.

Llevo haciendo el mismo recorrido casi 2 años. Siempre veo los muebles nuevos de la tienda para estudiantes, sé que la tienda de tatoos con el muñeco de Elvis Presley en frente cerró por la recesión, que la tienda de alquiler de televisores casi siempre está cerrada y muchas veces he visto al niño de ojos azules asomado en la ventana de madera, que está a punto de desmoronarse. También sé, que hace más o menos 5 meses, entre un extremo y otro de la calle sin espacios verdes, había un jardín.

El jardín no era nada especial, pero las personas de la comunidad se habían esforzado en decorarlo y mantenerlo. A veces niños jugaban, otras veces adultos hablaban en la única mesa que había y otras veces el jardín estaba solo, pero estaba y llenaba de verde tanta vista de concreto.

Las protestas comenzaron, carteles guindaban en la puerta del jardín diciendo: no queremos otro supermercado, no queremos otras tiendas, no maten nuestro jardín.

Y día a día, vi como otro edificio de concreto estaba siendo construido, día a día, cuando voy en el autobus y este pasa el parque, transcurren al menos 20 minutos para poder ver un espacio verde. Al décimo minuto de mi recorrido veo el edificio, una creación perfecta del hombre, con 2 grandes carteles que dicen: To Let.
Los carteles llevan al menos 5 meses colgados, al principio eran pequeños y ahora son más grandes. Pero no importa que tan grandes sean y no importa que tan barato renten los locales, porque aquel que sabe la historia del jardín, no se arriesgará a poner un negocio en ellos.

Y es así como la voz que no fue oída, en silencio sigue reclamando...

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