miércoles, 17 de noviembre de 2010

El País de los muertos

Inglaterra, 13 de Octubre de 2010

Mucho he extrañado en mi autoexilio aquel recuerdo lejano de vivir en mi querido país. Pero 17 días en mi querido país, me recordaron por qué decidí mudarme al que yo llamo equivocadamente “el país de los muertos”. Y digo equivocadamente, porque el verdadero “país de los muertos” es el mío.

17 días fueron suficientes para valorar una verdadera democracia, un Estado que tendrá defectos como todos, pero tiene muchas más virtudes. Y tiene una virtud invaluable: el derecho a vivir como un ser humano.
Un país que no le importa quien eres para darte asistencia médica gratis de alto nivel, un país donde eres libre de caminar por las noches sin sentir miedo, un país donde el dinero no es problema, porque el Estado ha procurado que ganes suficiente para vivir en un lugar decente, comer bien y hasta más. Un país donde las oportunidades de educación y de trabajo son infinitas, hay justicia y respeto.

Mientras que en mi país, si no tienes dinero y poder, no eres nadie. Si te comportas al margen de la ley, sales perdiendo. En mi país, el único interés es el personal, ni pensar en la persona que se tiene al lado, hay que eliminarla ante todo o mantenerla ahí, siempre y cuando convenga. En mi país, la mayoría de la gente sale a trabajar todos los días y la remuneración que obtienen se disuelve como sal en el agua y no alcanza ni para subsistir, transmitiendo como consecuencia, una enfermedad general con síntomas de egoísmo, maldad, injusticia, envidia y odio, que afecta a toda la ciudadanía.
Y ni hablar de los que están arriba, sufriendo de una autoceguera muy cómoda, llenándose los bolsillos con dinero manchado de miseria proveniente de todos los rincones de mi querido país. Una miseria económica que poco a poco se ha transformado en miseria humana a todo nivel. Ya no importa si alguien viene de una buena familia, si ha tenido educación o no, si se tiene dinero o no, ya eso no tiene nada que ver; la enfermedad está en todas las clases sociales.

Tener un nuevo gobierno no va a ser suficiente para curarla, porque como el SIDA, esa enfermedad ha arrasado con todo lo que constituye a un verdadero ser humano.

Si los habitantes de mi querido país siguen pensando individualmente  y no en colectivo, si siguen pensando en lo que les conviene y no en lo que es justo, si siguen agrediéndose unos a los otros porque se creen superiores al tener una comodidad económica o se creen inferiores al no tenerla y debido a ello, sienten que tienen el derecho a agredir, robar, matar y a cualquier acción que excluya el respeto a sus semejantes y a la vida, pues seguiremos teniendo ciudadanos que respiran porque les toca, muertos en vida que no hacen nada por sentirse vivos ni por ejercer el mejor regalo de la vida: el hecho de ser humano.

Podremos tener una geografía hermosa, una ubicación bendita, un nuevo gobierno, pero si no decidimos cambiar y pensar en el bienestar general, y no en el individual, seguiremos siendo el país de los muertos y solo nosotros estamos en la facultad de decidir cuándo vivir.

Génesis 8-21

“ Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”

De ahí nace el libre albedrío en los seres humanos. Es más fácil ser malo que bueno, pero es más gratificante irse de esta tierra sabiendo que se hizo algo bueno por la humanidad; es preferible, a ser, un cuerpo inerte que pasó por la vida debido al solo hecho de respirar.

Firma: una venezolana en autoexilio enamorada con locura de su país

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