viernes, 17 de diciembre de 2010

Ella y él

Ella siempre ha sido muy metódica, una analítica sin remedio que solo descansa cuando las dos ventanas se cierran. El es un soñador, un niño eterno que nunca pierde las esperanzas ni las ganas de experimentar la vida como es: sencilla.

Ella siempre lo está regañando y él no se molesta; sabe que en cierta forma ella lo está protegiendo, aunque él a veces desearía que se callara y lo dejara conducir a solas un rato, porque sabe que al final del camino, si él está feliz, los dos serán felices juntos. Pero ella es terca; tantos libros, personas y esquemas le han hecho imponerse muchas reglas y paradigmas, cosas que él no conoce y no tiene ningún interés en conocer. Sin embargo, él es paciente con ella, le habla y le dice que no se preocupe, que él sabe que todo va a estar bien.

El a veces también se atormenta, cuando ve que algunos de sus semejantes están adormecidos y han dejado que ellas tomen el control sobre ellos por completo; ahí ella le vuelve a recordar que ella es distinta, que nunca le va a negar seguir soñando, aunque a veces le cueste reconocer que se equivoca. Ella sabe que son un equipo y que el respeto, es la base sólida que mantiene sana su relación.

Ella ve el cielo azul, mientras que él lo siente, lo absorbe y lo hace parte de él.  Para él la vida es un juego, donde no hay ganadores ni perdedores, solo hay participantes que de vez en cuando se hacen uno solo, luego se separan y algunos quedan unidos de por vida.
 Por otro lado, para ella la vida es nutrirse, aprender; no concibe que ni un segundo sea desperdiciado en asuntos banales. Entonces ahí él le recuerda que son dos, que están juntos y que tiene que ser justa, que él necesita su espacio y su tiempo; que si ella quiere solo “ser”, pues que a él lo deje solo “sentir”.

Ellos dos nacieron juntos y por ser tan distintos se complementan muy bien; mantienen a mi cuerpo y espíritu en equilibrio.

Ella se sabe el alfabeto de memoria; tiene un archivo tan grande como una biblioteca. El le explica sus sentimientos, mientras ella trata de armar su “rompe cabezas” y finalmente, organiza las letras que dan vida a lo que él siente. El, agradecido por su gesto, le muestra lo que a través de ella ha escrito y ella se sorprende, quedando también agradecida de poder estar con él, el corazón que la hace sentirse tan viva; al mismo tiempo él le agradece poder estar con ella, la mente que le permite expresar las vivencias y sentimientos que serían mudos sin ella.

La mente y el corazón son el complemento perfecto, no hay que dejar que trabajen por separado; si fuera así, la mente se perdería en lo racional y sería implacable; por otra parte el corazón sería mudo y moriría de tristeza, al no poder expresarle al mundo, todas las cosas buenas que tiene para dar.

Les pido a ambos, que por favor me recuerden esto siempre...

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